jueves, 4 de agosto de 2011

Rococó, Clasicismo y Romanticismo


Disolución del arte cortesano

En el Rococó aparece la ruptura con el arte cortesano, desaparece la tendencia a lo monumental, lo solemne y ceremonial. En este nuevo arte tienen preferencia el color y el matiz. Se siente la ausencia del gran formato heroico, pero aparece todavía como la continuación del lujo y la pretensión barrocos. Aún hablamos de un arte distinguido, aristocrático.
Para este arte los criterios de complacencia y convencionalismo son tan importantes como la interioridad y espontaneidad. Existen elementos decorativos y convencionales del Rococó que proceden del Barroco. El ataque a la tradición del Barroco-rococó proviene desde dos direcciones: el emocionalismo y el naturalismo, y el racionalismo y el clasicismo.
Al finalizar el siglo en Europa hay un arte burgués que es el decisivo. Se puede establecer una dirección artística de la burguesía conservadora y una de la más progresista. El arte de la moderna burguesía tuvo su origen en los cambios sociales internos, esto llevó a la superación de la concentración aristocrática cortesana. La evolución que alcanza su culminación política con la Revolución Francesa y su meta artística con el Romanticismo, comienza con la Regencia, aunque el proceso se prepara ya durante el reinado de Luis XIV.
La ciudad no se limita ya a existir junto a la corte, sino que la desplaza, asumiendo su función cultural. Es más, la corte en el viejo sentido ya no volverá a existir, Luis XV y Luis XVI se sustraen a las ceremonias, les aburre la etiqueta, van perdiendo la solemnidad y magnificencia. La riqueza burguesa del Renacimiento había desaparecido gracias a las sucesivas bancarrotas del Estado, no pudo restablecerse durante el Absolutismo.
Bajo Luis XVI alcanzó la burguesía la cumbre de su desarrollo espiritual y material. Se apoderó de todos los medios de cultura, constituye la clase culta por excelencia. La burguesía no quiere otra cosa que una democracia política. El arte y la literatura se encontraron en estado de transición y están llenos de tendencias opuestas a menudo inconciliables: tradición-libertad, formalismo-espontaneidad, ornamentalismo-expresión.
En la segunda mitad del siglo se produce un cambio fundamental, el clasicismo que era un estilo cortesano-aristocrático, se convierte en vehículo de las ideas de la burguesía progresista. La disolución del gran estilo ceremonial viene de la mano de una irreligiosidad creciente, una relajación de la disciplina general, el sentido más independiente y más personal de la vida. Se da también una crítica de la doctrina académica, cambia el concepto de arte, se hace más humano, más accesible, con menos pretensiones. Ya no se expresa la grandeza y el poder, sino la belleza y gracia de la vida, ya no se busca imponer respeto sino agradar.
Se da también un cambio de temas: el lugar del paisaje heroico lo ocupa la vista idílica de las pastorales y el retrato se convierte en un género trivial. Aparecen las galantes escenas de sociedad de Watteau. El nuevo público para este tipo de obras es la aristocracia de ideas progresistas y la gran burguesía devota del arte.
Watteau, nacido en Flandes, es desde el gótico el maestro de la pintura completamente francés. Porque en Francia, Renacimiento, Manierismo y Barroco eran importaciones italianas y holandesas. Watteau pintaba el ideal de vida social que sólo podía mirar desde fuera, creaba las visiones con escenas de teatro. La profundidad de su arte se debe a la expresión de deseo e insuficiencias simultáneas, al sentimiento presente de un inefable paraíso perdido y de una patria perdida. Lo que pinta tiene sensualidad y belleza, pero está lleno de melancolía. Pinta las tragedias de una sociedad que perece a manos de la naturaleza irrealizable de sus deseos.
Descubre la festiva convivencia de los enamorados y de las cortes de amor. La forma adecuada a su nuevo sentido de la vida que está compuesto al mismo tiempo por optimismo, pesimismo, alegría y tedio. Esta pintura galante, es siempre campestre y representa la diversión de gente joven: música, baile, canciones, existencia descuidada en un ambiente bucólico. Abandonarse a sí mismo en la felicidad del amor, el ideal de identidad entre naturaleza y civilización, belleza y espiritualidad son cuestiones que se pueden apreciar.
La idea de las pastorales, como un mundo bucólico disfrazado de manera mundana, la situación pastoril trata de las conversaciones de los amantes, alejados de la vida cortesana y urbana.
La imagen femenina, se representa fresca, lozana, campesina, inocente. Se aumenta el atractivo del arte con la naturaleza.
En la novela pastoril asistimos a la representación del erotismo en el ritual amoroso, y esa de hecho es la meta de la representación, mientras que en las pinturas galantes el erotismo se plantea en la estación intermedia digamos, hacia la meta verdadera. La representación nos suspende en un momento que no es el inicio ni el final del ritual amoroso, sino un intermedio de cortejo.
Las clases altas vivían en formas sociales artificiales que tenían el valor de reglas de juego. Una regla de juego en el amor de esta clase era la galantería. Por eso es en este siglo que lo pastoril se vuelve tan importante. Watteau pintaba un ritual que no se puso de moda hasta que murió, la pintura galante encontró público en el Rococó tardío.Watteau, Fragonard y Chardin fueron recibidos sin dificultad en la Academia. Sólo un pequeño grupo pertenecía a ella, los artistas que no tenían encargos oficiales y tenían clientes fuera de círculos cortesanos cultivaban los pequeños géneros, la pintura galante en principio perteneció a este grupo.

Rococó

Arte de la aristocracia y de la clase media. Ahora construyen patrones privados y no reyes y ciudades, los elegidos son hoteles y pequeñas mansiones. Aparecen los colores pastel, el Rococó gana en preciosismo y elegancia, en atractivo juguetón y caprichoso, al mismo tiempo se presenta tierno e íntimo.
Evoluciona hacia un arte más mundano y se acerca por las formas diminutas al gusto burgués. Es un arte decorativo y virtuosista que sustituye al Barroco macizo, estatuario y realistamente espacioso.
El Rococó da la impresión de débil, nimio y frívolo. Representa para Hauser la última fase de una evolución que iniciara en el Renacimiento, aquí se impone la voluntad artística del Renacimiento de manera definitiva.
El arte burgués que comienza después del Rococó y en parte a la mitad de él es ya algo esencialmente nuevo, completamente distinto del Renacimiento.
La cultura del Rococó con su sensualismo y su esteticismo está entre el estilo ceremonial del Barroco y el lirismo romántico.
El amor ha perdido su saludable impulsividad y su dramático apasionamiento, a partir de las reglas a las que se lo ha sometido. Se ha vuelto refinado, divertido, dócil. Se busca ver siempre desnudos, se convierten en el tema de las artes plásticas. Cambia el ideal de belleza femenina, se ha vuelto más picante y más refinado. Se pintan mujeres jóvenes a veces casi niñas. En el Barroco se preferían mujeres maduras y exuberantes.
El Rococó desarrolla una forma extrema de “el arte por el arte”, manifiesta un culto sensual a la belleza. Es la actitud espontánea de una sociedad frívola, cansada y pasiva que quiere descansar en el arte. El Rococó es el último período en que “bellos” y “artístico” son sinónimos de acuerdo a Hauser.
Después del Rococó no hubo, para este autor una dirección estilística de validez general semejante. Desde el siglo XIX la voluntad individual de cada artista se hace muy personal. 

Revolución y Arte

El siglo XVIII está lleno de contradicciones, su arte está dominada por dos corrientes contrarias: Concepción severamente clasicista, concepción desenfrenadamente patriótica. El arte clasicista tiende al conservadurismo y es muy apropiado para representar ideologías autoritarias en opinión de Hauser, pero la aristocracia encuentra una forma de expresión más mediata en el Barroco. La burguesía racionalista, disciplinada, y moderada prefiere las formas artísticas sencillas, claras y sin complicaciones del clasicismo. Esto puede explicar porqué David resultó el artista de la Revolución.
La historia del arte moderno está señalada por el progreso consecuente y casi ininterrumpido del naturalismo. Hacia 1750 en medio del Rococó se inserta una nueva reacción. Los elementos progresistas representan frente al Rococó un ideal artístico que tiene un carácter racionalmente clasicista. Este es el clasicismo más estricto, sobrio y metódico.
Se realizó en forma consecuente todo lo que tuviera significación tectónica: reducción de las formas, línea recta. Orientó su voluntad destructiva a la disolución del Rococó. Ciertas formas estilísticas clásicas se mantienen durante todo el período cortesano que se extiende entre los siglos XVII y XVIII. Este nuevo clasicismo no aparece de improviso. Presenta una serie de fases. Se extiende desde la mitad del siglo XVIII hasta la Revolución de julio, la primera fase recibe el nombre de “clasicismo Rococó” entre 1750 y 1780, se llama así por su carácter mixto, representa al estilo Luis XVI.
La heterogeneidad de las tendencias estilísticas en competencia se manifiesta en la arquitectura en forma más aguda, fachadas clasicistas combinadas con interiores Rococós. En pintura también se juntan pinturas de estilos completamente distintos. El arte clásico cobra actualidad para el siglo para el siglo XVIII porque después de la técnica que ha vuelto demasiado flexible y fluida y después del atractivo en exceso juguetón de colores y tonos, se siente de nuevo la atracción de un estilo artístico más sobrio, serio y objetivo. Esto expresa la ambición de sencillez y sinceridad, triunfo de un nuevo ideal puritano que se opone al hedonismo de la época.
Este nuevo clasicismo se distingue de los anteriores en que concibe lo clásico y lo moderno como dos tendencias hostiles e incompatibles. Este reimpulso de lo clásico también se relaciona con las excavaciones de Popmeya y Herculano, que desentierra los cánones clásicos. Este clasicismo se dirige contra el prerromanticismo y contra la frivolidad y artificialidad del Rococó. El clasicismo de la Revolución depende del ideal de vida estoico republicano de la burguesía progresista y permanece fiel a este ideal en todas sus manifestaciones.    
Hasta 1780 se limitó en la mayoría de los casos a una discusión teórica con el arte cortesano. Desde la  aparición de David el Rococó queda totalmente vencido. En 1785 el éxito del Juramento de los Horacios (pintado para el Ministerio de Bellas Artes) inaugura un nuevo estilo monumental. Con el arte de la era revolucionaria 1780-1800 comienza una segunda fase del clasicismo.

La elección de la Revolución del lenguaje clásico responde a que era el más útil para representar sus ideales: patriótica, heroica, sus virtudes cívicas romanas y sus ideas republicanas de libertad. David se convirtió en el adelantado y eso se debe en parte al cambio de significación que había sufrido el clasicismo por lo que había perdido su carácter estetizante.
El Salón como centro artístico en 1781 está dominado por el clasicismo estricto. Los cuadros de David eran siempre más severos y serios para el gusto de la época. El Juramento de los Horacios fue mostrado en 1785 en el Salón, pareció a los contemporáneos el cuadro más bello del siglo.
David desarrolló su clasicismo dentro de un arte puramente lineal, los medios artísticos de que se sirvió eran metódicos, racionales y puritanos. Subordinaba toda la organización de la obra al principio de la economía. La precisión y la objetividad, la limitación a lo más necesario correspondían al estoicismo de la burguesía revolucionaria. Aquí se unen la grandeza, la dignidad y la sobriedad. Las formas en este arte son un vehículo para un fin.
En 1789 se expone El Bruto, David alcanza su cumbre. El atavío y el patriotismo romanos se adueñaron de la moda y se han convertido en un símbolo universalmente válido. Con la Revolución, el arte se convierte en una confesión de fe política, entonces se entiende que el arte no es decoración.
David ocupa un lugar fundamental en la Revolución, es miembro de la Convención y se convierte para Hauser en un dictador del arte. La Escuela de pintura francesa se convierte en la escuela del clasicismo europeo. Sobrevive a Termidor, porque su arte también es la mejor forma de representar al Consulado y al Imperio.
La pintura de David muestra los cambios en la sociedad. En el Rapto de las Sabinas muestra un carácter más delicado, más agradable, desprovisto de la severidad artística sin concesiones de los años revolucionarios. Durante el Imperio le va ganando la artificiosidad, ejemplo de estos aspectos son: La Consagración de Napoleón (1805-1808) o el Reparto de las Águilas.                           
Durante la Revolución mantuvo un pensamiento político, y en algunos casos lo motivó plasmar ideología, tales son los casos del Juramento del juego de pelota, y la Muerte de Marat.  

Mientras mantuvo puntos en común con Napoleón su arte se mantuvo igual que en la Revolución, cuando se exilió en Bruselas perdió contacto con la política allí perdió su estilo inicial.

Romanticismo

Refleja un nuevo sentido del mundo y de la vida. Tiene una nueva interpretación de libertad. La libertad deja de ser el privilegio del genio y pasa a ser el derecho de todos los individuos. El Romanticismo niega el valor de toda regla artística. El movimiento se convierte en defensor de la libertad frente al principio de las tradiciones, de las autoridades y contra toda regla. De esta lucha en particular resultará para Hauser todo el arte moderno.
Con la Revolución y el Romanticismo el arte se convierte en un arte de expresión propia, creador de sus propios criterios, en base a los que quiere ser juzgado. El origen común del clasicismo de David y del Romanticismo está en la Revolución, la separación entre ambas posturas estilísticas se da entre 1820 y 1830, cuando el Clasicismo se convirtió en el estilo de las capas conservadoras del poder burgués y el Romanticismo en el estilo de las capas progresistas.
Con la difusión del clasicismo se incrementó el número de pinturas religiosas y los temas sagrados invadieron al final también al clasicismo académico. París se convierte en el centro cultural del arte moderno, Roma se mantiene como el centro del arte clásico. El impulso más fuerte del arte de París está en las exposiciones y no en el Salón.
Se organizaron exposiciones en forma regular a partir de 1673. En el Salón sólo podían exponer los miembros de la Academia. En 1791 la Revolución abrió el Salón a todos los artistas. En 1793 David fundó la Commune des Arts que luego fue sustituida por la Sociedad Popular y Republicana de Artes. La Academia se sustituyó por la “Escuela Técnica de Pintura y Escultura”. Lo que más contribuyó a la democratización del arte fue la creación de museos, en 1792 se creó el Louvre.

Síntesis realizada a partir de Hauser Historia Social de la Literatura y el Arte

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